PARADIGMA ESPIRITUAL


El paradigma de la espiritualidad no tiene mucho que ver con la búsqueda en solitario del ser interno, porque entonces no pasaría del plano mental, que en determinados momentos, sobre todo en meditación, puede provocar la producción de endorfinas que hace sentirse a la persona conectada con un plano superior.

Difícilmente un ser poco sociable encontrará a su ser interno (los anacoretas y ermitaños son prueba de ello). El espíritu se reconoce y se siente en la interrelación con los semejantes, así que buscar en el aislamiento la conexión espiritual, es una pérdida de tiempo, aunque es cierto que la meditación predispone al encuentro. Sólo en la relación con el otro se vive a Dios, si no hubiéramos nacido aislados (hay casos excepcionales de superación espiritual en aislamiento mediante la meditación, como el caso de Buda, quien reunía los requisitos para ello).

El paradigma espiritual dice que si esperas la iluminación sin salir a buscarla, nunca la encontrarás. Y también dice que la búsqueda interior te lleva al «interruptor», es decir, a descubrir las claves del acceso en función de tu trayectoria personal, pues Dios se encuentra en cada partícula del Universo y la iluminación es la capacidad de accionar ese interruptor, la cual se manifiesta si está exenta de ego.

El paradigma de la espiritualidad dice que de nada vale la fe sin buenas obras (San Agustín), y también dice que la luz no se encuentra, se genera.

El paradigma de la espiritualidad dice que andar el camino con un lastre pesado, como son el ego, la soberbia, la falta de caridad, el egoísmo, el odio y la desidia, no facilita el camino, porque el encuentro con algún emisario siempre requiere eliminar algo de lastre y a eso no siempre estamos dispuestos.

¿Y qué significa lo del lastre? Significa que tu base material se verá debilitada si hablas de espiritualidad con palabras que no son ciertas, el cosmos te patentizará la incoherencia y te quitará parte de lo material para que seas «más espiritual» como afirmas.

El paradigma de la espiritualidad dice que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha y eso habla de los hemisferios cerebrales y también de no alternar personalidades contrapuestas como ser hoy amable y cariñoso y mañana déspota y cruel, por poner un ejemplo.

El paradigma de la espiritualidad habla de amor, de bondad, de alegría, de compasión, de ternura (todo es dar) y trata de eliminar aquello que nos ancla a lo denso, a lo pesado, a lo oculto, a la ira, al rencor, a la avaricia y sobre todo a la envidia, porque la envidia es entristecerse cuando un hermano ha tenido éxito, cuando es querido, bendecido o aplaudido. La envidia consume más energía que cualquier otra forma de autorrepresión.

Reflexión: atentos a las emociones y reacciones, buscad la luz y el aclararos el camino unos a otros, y no querer llevaros el gato al agua.

Anónimo

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