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El árbol de la vida

Dicen que cuando Dios creó la Tierra plantó dos árboles especiales en el jardín del Edén.

«Y Dios impuso al hombre este mandamiento:
De cualquier árbol del jardín puedes comer,
mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás,
porque el día que comieres de él,
morirás sin remedio.»

Génesis, Capítulo 2, versículos 16 y 17.

Según el texto, en el paraíso, este árbol fue colocado por Dios en medio de los demás que eran hermosos a la vista y sabrosos al paladar. En el libro de los Proverbios la sabiduría es el «ÁRBOL DE VIDA» asequible a cuantos se llegan a ella. La justicia es también uno de los frutos del «árbol de vida».

El que comiera del ÁRBOL DE LA VIDA tendría vida eterna. El que comiera del ÁRBOL DE CIENCIA DEL BIEN Y DEL MAL ganaría conocimiento del bien y del mal, pero también moriría. Adán y Eva escogieron comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Al hacerlo, ellos escogieron la muerte la cual paso a todos sus descendientes. Además, fueron maldecidos y lanzados fuera del Jardín del Edén.

«El ARBOL DE LA VIDA es el Ser
y esta representado en nuestro cuerpo físico
por la columna Espinal».
«La sombra fatal del Árbol de la Vida es el Yo».

Samael Aun Weor.

El «ÁRBOL DE LA VIDA» es también un diagrama Cabalístico (la tradición hebrea) que presenta los diez aspectos fundamentales de la Vida Poder y sus relaciones entre sí. Consta de diez círculos en cierto arreglo geométrico. Estos se encuentran unidos por veintidós canales. Los diez círculos son los diez Sephirots Cabalísticos. Los veintidós canales corresponden a las veintidós letras del alfabeto hebreo. El diagrama total es, por consiguiente, representativo de los treinta y dos Senderos Cabalísticos de Sabiduría. Posando el ratón sobre cada sefirot se muestra su nombre, su significado en castellano y su correspondencia astrológica e iniciática

Todas las culturas y pueblos de la Antigüedad han venerado un árbol determinado. Así, por ejemplo, para los celtas, la encina era sagrada y sus bellotas comidas ritualmente. Los escandinavos veían a su árbol mágico en el fresno; entre los pueblos germanos la veneración se la llevaba el tilo; en la India era la higuera o ficus religiosa ; entre los hebreos y los árabes la palmera y para los chinos, para los chinos su inmenso país tenía tres amigos predilectos: el bambú, el mundi, razón por la cual los indios norteamericanos de las planicies, al confeccionar sus viviendas o tipis, erguían en el centro un tronco de abedul o de abeto como pilar cósmico en torno del cual giraban, por encima, las estrellas, y por debajo los rituales de los seres humanos. (M. Satz, Los árboles sagrados del Mediterráneo) ciruelo, y el pino. A su vez, estos Tres Amigos, que así se los llamaba, aludían a la flexibilidad, la belleza y la verde lozanía, tres de las cualidades que el taoísmo consideraba indispensables para vivir una vida sana y longeva. Por su capacidad para unir los tres mundos o niveles: el subterráneo, terrestre y celeste, el árbol se constituye también como eje, axis.

Filón de Alejandría, un filósofo del siglo II, pensaba que el Árbol de la Vida estaba en el corazón del hombre, y siguiendo una idea semejante el Libro de la claridad o Bahir consignará que: «La palmera simboliza la columna vertebral del hombre, su pilar esencial. Siendo así que la palabra lulab ( blwl ) contiene las letras lámed-bet ( bl ) más el prefijo que denota un pronombre posesivo de tercera persona, lo ( wl ), hay que ofrecerle el corazón al Creador, lo leb ( bl wl ). ¿Y qué significan-prosigue el Libro de la claridad-las consonantes lámed-bet? Aluden a los misteriosos 32 senderos de la sabiduría, delicadamente ocultos, que confluyen hacia el corazón y cada uno de los cuales está regido por una forma especial, de las cuales se dice en el Génesis 3:24: ´´Para guardar el camino del Árbol de la Vida.» Esta idea fundamental, por otra parte, estaba ya prefigurada en Proverbios 3:18, en donde se compara el Árbol de la Vida con la sabiduría. «Ella-anota el citado pasaje-, la sabiduría, es Árbol de Vida a los que le echan mano».El estudiante, entonces, el explorador psíquico, irá, descubrimiento tras descubrimiento y hoja tras hoja, fotosintetizando luz. (M. Satz, Los árboles sagrados del Mediterráneo).

Fuente: Arboldevida.es