El amor es uno de los grandes misterios del Universo. Algunos dicen que lo es todo y probablemente sea cierto. El sentimiento amoroso produce una energía especial en nuestro interior y en el entorno. Cuando amamos nos sentimos diferentes y derrepente todo se llena de luz, florece y sale bien. No lo notamos, pero es así. A veces lo opacamos con nuestro miedo o con nuestras tragedias personales y lo dejamos ir (pero no muere). Este se transforma en otros sentimientos o vuela hacia otras almas, pero sigue ahí… VIVO.
Ciertas personas llegan a nuestra vida para estar por siempre a nuestro lado y otras simplemente no pueden quedarse. Muchas veces dejamos ir fácilmente y otras tantas nos aferramos. Sé que muchos dirán que debemos amar sin apego, y tienen toda la razón, pero en algunas ocasiones es difícil cortar con ciertas conexiones que pueden venir del pasado. Es doloroso, terrible, pero debemos hacerlo y seguir adelante.
La siguiente historia es hermosa y a la vez muy triste, seguramente ya muchos la habrán visto. Cada vez que la veo surgen en mi cabeza mil preguntas y recuerdo aquella frase de Coelho: «Cuantas cosas perdemos por miedo a perder».
«Ulay y Marina Abramovic son dos artistas búlgaros que se conocieron a mediados de la década de los setenta. Juntos compartieron una bonita historia de amor que los llevó a recorrer el mundo en una vieja furgoneta en la que incluso llegaron a vivir durante algunos años.
Sin embargo las cosas no fueron como ambos habían soñado y durante un viaje a China a finales de los años ochenta decidieron que había llegado el momento de separarse.
Entonces hicieron un pacto: recorrerían la Muralla China, cada quién desde un extremo para encontrarse en el centro, darse un fuerte abrazo y no volver a verse. Y así fue.
Los años pasaron y de Ulay nunca más se supo pero Marina llegó a ser una artista muy conocida presentando exposiciones en algunas de las galerías de arte y museos más importantes del mundo. Ella es una artista de la variedad que se conoce como performance en la que el valor fundamental de la obra descansa en la improvisación y la capacidad de sorprender e interactuar con la audiencia. Una de las cosas que frecuentemente hace en sus exposiciones es sentarse frente a una silla vacía dando la ocasión a que todos los asistentes que lo deseen ocupen dicha silla durante un minuto. A lo largo de ese tiempo artista y espectador cruzan sus miradas y emociones en total y absoluto silencio.
En el año 2010 siendo ya Marina una artista reconocida a nivel internacional se organiza una exposición en el museo de Arte Moderno de Nueva York ( MoMa) en reconocimiento a toda su carrera. En esta exposición se hace un recorrido a toda su vida artística y se incluyen recreaciones de todas sus obras incluyendo las primeras que hizo con Ulay e incluso se lleva a la exposición una furgoneta idéntica a la que ellos usaron como vivienda durante algunos años.
Marina, tal y como hace en todas sus exposiciones, se sienta frente a una silla vacía y deja que su público vaya ocupando alternativamente dicho lugar. Lo que ella no sabe es que ese día entre su público se encuentra alguien muy especial. Su gran amor del pasado, Ulay, al que hace 23 años que no ve, ha acudido a la exposición y se sentará en esa silla»
Así se miran dos personas que se aman después de muchos años sin verse:
Nunca esperé realmente encontrarme dando consejos a gente graduándose de un establecimiento de educación superior. Yo nunca me gradué de un establecimiento así. Ni siquiera comencé en uno. Me escapé de la escuela tan pronto pude, cuando el panorama de cuatro años más de aprendizaje obligado antes de convertirme en el escritor que quería ser era sofocante.
Salí al mundo, escribí, y me convertía en un mejor escritor mientras más escribía, y escribí más, y a nadie parecía importarle que lo estaba inventando en el camino, la gente simplemente leía lo que yo escribía y pagaban por eso, o no lo hacían, y muchas veces me solicitaban que escribiera algo más para ellos.
Lo que me ha dejado con un saludable respeto y aprecio por la educación superior que aquellos de mi familia y amigos, que asistieron a universidades, han perdido hace bastante tiempo.
Mirando atrás, he tenido un formidable viaje. No estoy seguro de poder llamarlo una carrera, porque una carrera implica que tuve algún tipo de plan de carrera, lo que nunca fue así. Lo más cercano que tuve fue una lista que hice cuando tenía 15 años de todo lo que quería hacer: escribir una novela adulta, un libro infantil, un comic, una película, grabar un audiolibro, escribir un episodio de Doctor Who… y así. No tenía una carrera. Yo simplemente hice lo que seguía en la lista.
Entonces pensé en decirles todo lo que desearía haber sabido cuando comencé, y algunas cosas que, mirando en perspectiva, supongo que sí sabía. Y que también les daría el mejor consejo que recibí, que fallé completamente en seguir.
Primero que nada: Cuando comienzas una carrera en las artes no tienen ninguna idea de qué estás haciendo.
Esto es genial. La gente que sabe lo que está haciendo conoce las reglas, y sabe lo que es posible e imposible. Tú no lo sabes. Y no debes saberlo. Las reglas de lo que es posible e imposible en las artes fueron hechas por gente que no había probado los límites de lo posible yendo más allá de ellos. Y tú puedes hacerlo.
Si no sabes que es imposible es más fácil de hacer. Y como nadie lo ha hecho antes, no han hecho reglas que impidan a alguien hacerlo nuevamente.
Segundo, si tienes una idea de lo que quieres hacer, de la razón por la que fuiste puesto acá, entonces ve y haz eso.
Y eso es mucho más difícil de lo que suena y, a veces al final, mucho más fácil de lo que puedes imaginar. Porque normalmente, hay cosas que debes hacer antes de que puedas llegar al lugar al que quieres ir. Yo quería escribir comics y novelas e historias y películas, así que me convertí en un periodista, porque los periodistas tienen permitido hacer preguntas, y simplemente ir y descubrir como funciona el mundo, y además, para hacer estas cosas yo necesitaba escribir y escribir bien, y me pagaban por aprender como escribir económicamente, de manera concisa, a veces bajo condiciones adversas, y a tiempo.
A veces la manera de hacer lo que esperas hacer será clarísima, y otras veces será casi imposible decidir si estás o no haciendo lo correcto, porque tendrás que equilibrar tus metas y esperanzas con el alimentarte, pagar deudas, encontrar trabajo, conformarte con lo que puedes obtener.
Algo que me funcionó fue imaginarme que donde quería estar – siendo un autor, principalmente de ficción, haciendo buenos libros, haciendo buenos comics y ganándome la vida a través de mis palabras – era una montaña. Una montaña lejana. Mi meta.
Y yo sabía que mientras me mantuviera caminando hacia la montaña estaría bien. Y cuando realmente no estaba seguro de qué hacer, podía parar, y pensar si lo que hacía me estaba llevando hacia la montaña o alejándome de ella. Dije que no a trabajos editoriales en revistas, trabajos de verdad que hubieran pagado dinero de verdad, porque sabía que, por atractivos que fueran, para mí era caminar alejándome de la montaña. Y si esas ofertas de trabajo hubiesen llegado antes podría haberlas tomado, porque hubiesen sido estar más cerca de la montaña de lo que yo estaba en ese momento.
Aprendí a escribir escribiendo. Tendía a hacer cualquier cosas mientras se sintiera como una aventura, y a detenerme cuando se sentía como trabajo, lo que significó que la vida no se sentía como un trabajo.
Tercero, cuando comienzas, tienes que lidiar con el problema de fracasar. Tienes que tener la piel curtida, aprender que no todos los proyectos sobrevivirán. Una vida de trabajador independiente (freelancer), una vida en las artes, es algunas veces poner mensajes en botellas, en una isla desierta, y esperar que alguien encuentre una de tus botellas y la abra, y la lea, y ponga algo en una botella que va a volver de algún modo a ti: un comentario, o un encargo, o dinero, o amor. Y debes aceptar que puedes tener que poner cien cosas por cada botella que termine volviendo.
Los problemas del fracaso son problemas de desaliento, de desesperanza, de hambre. Quieres que te pase todo, y lo quieres ahora, y las cosas van mal. Mi primer libro – una pieza de periodismo que había hecho por dinero, y que ya me había comprado una máquina de escribir eléctrica gracias al avance – debería haber sido un bestseller.
Debería haberme pagado mucho dinero. Si la editorial no hubiera ido a la quiebra involuntaria entre que se vendió la primera edición y que saliera la segunda, y antes de que se pudieran pagar las regalías, lo habría hecho.
Y me encogí de hombros, y aún tenía mi máquina de escribir eléctrica y suficiente dinero para pagar la renta por un par de meses, y decidí que en el futuro haría lo posible para no escribir libros sólo por el dinero. Si no obtienes el dinero, entonces no obtienes nada. Si hacía un trabajo del que estaba orgulloso y no obtenía el dinero, al menos tendría el trabajo.
De vez en cuando, olvido esa regla, y cuando lo hago, el universo me patea fuerte y me lo recuerda. No sé si es un tema para alguien además de para mí, pero es verdad que nada de lo que he hecho en la que la única razón para hacerlo ha sido el dinero ha valido la pena, excepto como experiencia amarga. Usualmente tampoco terminaba obteniendo el dinero. Las cosas que hice porque me excitaba hacerlas, y quería verlas existiendo en la realidad nunca me han defraudado, y nunca me he arrepentido del tiempo que he gastado en ellas.
Los problemas del fracaso son duros.
Los problemas del éxito pueden ser más duros, porque nadie te advierte sobre ellos.
El primer problema de cualquier tipo de incluso éxito moderado es la inquebrantable convicción de que te estás saliendo con la tuya de algún modo, y que en cualquier momento te van a descubrir. Es el Síndrome del Impostor, algo que mi esposa Amanda bautizó como la Policía del Fraude.
En mi caso, yo estaba convencido de que golpearían la puerta, y un hombre con un portapapeles (no sé por qué andaba con un portapapeles, pero en mi cabeza, lo hacía) estaría ahí, para decirme que todo se había acabado, que me habían descubierto, y que ahora tendría que buscar un trabajo de verdad, uno que no consistiera en inventar cosas y escribirlas, y leer libros que quería leer. Y entonces me iría silenciosamente y conseguiría un trabajo donde no tienes que inventar más cosas.
Los problemas del éxito. Son reales, y con suerte los experimentarás. El punto en el que dejas de decir sí a todo, porque ahora las botellas que lanzaste al océano están todas volviendo, y tienes que aprender a decir no.
Miraba a mis compañeros, y a mis amigos, y a aquellos que eran mayores que yo y veía cuan miserables eran algunos: los escuchaba decirme que ya no podían imaginarse un mundo donde hacían lo que siempre habían querido hacer, porque ahora tenían que ganar cierta cantidad de dinero cada mes sólo para seguir estando donde estaban.
No podían ir y hacer las cosas que importaban, y que ellos realmente querían hacer; y eso parecía una tragedia tan grande como cualquier problema del fracaso.
Y luego de eso, el mayor problema del éxito es que el mundo conspira para impedir que hagas eso que tú haces, porque eres exitoso. Hubo un día en el que miré y me di cuenta de que me había convertido en alguien que respondía e-mails profesionalmente, y que escribía como hobby. Comencé a responder menos e-mails, y me alivió darme cuenta que escribía mucho más.
Cuarto, espero que cometan errores. Si están cometiendo errores, significa que están haciendo algo. Y los mismos errores pueden ser útiles. Yo una vez escribí mal Carolina, en una carta, cambiando la A por la O, y pensé “Coralina parece un nombre real…”
Y recuerda que sin importar en qué disciplina estés, ya sea que eres un músico o un fotógrafo, un gran artista o un caricaturista, un escritor, un bailarín, un diseñador, lo que sea que hagas tienes algo que es único. Tienes la habilidad para hacer arte.
Y para mí, y para tanta gente que he conocido, eso ha sido un salvavidas. El mayor salvavidas. Te lleva por los buenos tiempos y te ayuda en los otros.
A veces la vida es difícil. Las cosas salen mal, en la vida y en el amor y en los negocios y en la amistad y en la salud y en todas las otras cosas en las que la vida puede salir mal. Y cuando las cosas se ponen difíciles, esto es lo que debes hacer:
Haz buen arte.
Lo digo en serio. ¿Tu esposo se escapa con un político? Haz buen arte. ¿Tus piernas fueron aplastadas y luego comidas por una boa constrictora mutante? Haz buen arte.
¿Impuestos internos está en tus talones? Haz buen arte. ¿El gato explotó? Haz buen arte. ¿Alguien en Internet piensa que lo que haces es estúpido o malvado o que ya todo ha sido hecho antes? Haz buen arte. Probablemente las cosas van a arreglarse de algún modo, y eventualmente el tiempo quitará la espina, pero eso no importa. Sólo da lo mejor. Haz buen arte.
Hazlo en los buenos días también.
Y quinto, cuando estés en eso, haz buen arte. Haz cosas que sólo tú puedes hacer.
El impulso, al comienzo, es copiar. Y no es algo malo. La mayoría de nosotros sólo encontramos nuestras propias voces después de sonar como muchas otras personas.
Pero la única cosa que tú tienes y que nadie más tiene es a ti. Tu voz, tu mente, tu historia, tu misión. Así que escribe y dibuja y construye y juega y baila y vive como sólo tú puedes hacerlo.
En el momento en el que sientas que, sólo posiblemente, estás caminando por la calle desnudo, exponiendo demasiado de tu corazón y de tu menta y lo que existe en tu interior, mostrando mucho de ti, ese es el momento en el que quizás has comenzado a hacerlo bien.
Las cosas que he hecho que funcionaron para mejor fueron las cosas de las que estaba menos seguro, las historias que estaba seguro que o iban a funcionar, o más probablemente serían de ese tipo de fracasos vergonzosos por los que la gente se juntaría a hablar de ellos hasta el fin de los tiempos. Todas ellas tenían eso en común: al mirarlas, la gente explica por qué fueron éxitos inevitables. Cuando las estaba haciendo, no tenía idea.
Aún no la tengo. Y ¿dónde estaría la diversión en hacer algo que sabes que va a funcionar?
Y a veces las cosas que hice realmente no funcionaron. Hay historias mías que nunca han sido reimpresas. Algunas nunca dejaron la casa. Pero he aprendido tanto de ellas como lo hice de las cosas que sí funcionaron.
Sexto. Voy a entregarles conocimiento secreto de un trabajador independiente. El conocimiento secreto siempre es bueno. Y es útil para cualquiera que tenga planes de crear arte para otras personas, para entrar al mundo del trabajo independiente de cualquier tipo. Lo aprendí en los comics, pero se aplica a otros campos también. Y es este:
Las personas son contratadas porque, de alguna forma, son contratadas. En mi caso, yo hice algo que en estos días sería muy fácil de chequear, y me metería en problemas, y cuando comencé, en esos días pre-internet, parecía una buena estrategia para una carrera: cuando los editores me preguntaron para quién había trabajado, mentí. Di un listado de revistas que sonaban bien, y yo soné confiado, y obtuve los trabajos. Luego me comprometí conmigo mismo a escribir algo en cada una de las revistas que mencioné para obtener ese primer trabajo, de modo de que no hubiese mentido realmente, sino que simplemente hubiese sido cronológicamente limitado… Obtienes
trabajo como sea que obtienes trabajo.
La gente sigue trabajando en el mundo del trabajo independiente, y más y más del mundo de hoy es independiente, porque su trabajo es bueno, y porque son gente de trato agradable, y porque entregan su trabajo a tiempo. Y ni siquiera necesitas las tres. Dos de tres está bien. La gente tolerará lo desagradable que puedas ser si tu trabajo es bueno y lo entregas a tiempo. Ellos perdonarán tu tardanza si el trabajo es bueno, y les caes bien. Y no tienes que ser tan bueno como los otros si entregas las cosas a tiempo y siempre es un placer saber de ti.
Cuando accedí a dirigirme a ustedes, comencé a pensar cual sería el mejor consejo que me habían dado a lo largo de los años.
Y vino de Stephen King hace veinte años, en la cúspide del éxito de Sandman. Estaba escribiendo un comic que la gente amaba y que estaban tomando en serio. A King le había gustado Sandman y mi novela con Terry Pratchett, “Buenos Presagios”, y vio la locura, las largas filas para firmas, todo eso, y su consejo fue este:
“Esto es realmente genial. Deberías disfrutarlo.”
Y no lo hice. El mejor consejo que me han dado y lo ignoré. En vez de eso, me preocupé por ello. Me preocupé por la siguiente fecha de entrega, la próxima idea, la próxima historia. No hubo un momento por sol siguientes catorce o quince años en los que no estuviera escribiendo algo en mi cabeza, o pensando en ello. Y no me paré y miré alrededor y dije “esto es realmente divertido”. Desearía haberlo disfrutado más. Ha sido un viaje asombroso. Pero hubo partes del viaje que me perdí, porque estaba demasiado preocupado por las cosas que podían salir mal, por lo que vendría después, para disfrutar la parte en la que estaba.
Esa fue la lección más difícil para mí, creo: dejarse llevar y disfrutar el viaje, porque el viaje te lleva a algunos lugares sorprendentes e inesperados.
Y aquí, en esta plataforma, hoy, es uno de esos lugares. Estoy disfrutando inmensamente.
A todos los graduados de hoy: les deseo buena suerte. La suerte es útil. Muchas veces descubrirán que mientras más duro trabajen, y mientras más sabiamente trabajen, más suerte tendrán. Pero hay suerte, y ayuda.
Estamos en un mundo transicional en estos momentos, si están en un cualquier tipo de campo artístico, porque la naturaleza de la distribución está cambiando, los modelos por los cuales los creadores entregan su trabajo hacia el mundo, y logran mantener un techo sobre sus cabezas y comprar sándwiches mientras hacen eso, todo está cambiando. He hablado con gente en la cúspide de la cadena alimenticia en el mundo editorial, en la venta de libros, en todas esas áreas, y nadie sabe como estará el panorama en dos años desde ahora, menos aún en una década. Los canales de distribución que la gente ha construido durante el último siglo o más están modificándose para la impresión, para los artistas visuales, para los músicos, para la gente creativa de cualquier tipo.
Lo que es, por un lado, intimidante, y por el otro, inmensamente liberador. Las reglas, los supuestos, los “ahora tenemos que” de como haces que tu trabajo sea visto, y lo que haces entonces, se están rompiendo. Los guardianes están dejando sus puertas. Puedes ser tan creativo como necesites serlo para lograr que tu trabajo sea visto. YouTube y la red (y lo que sea que venga después de YouTube y la red) pueden darte más gente mirando que lo que la televisión jamás dio. Las antiguas reglas se están desmoronando y nadie sabe cuales son las nuevas reglas.
Así que haz tus propias reglas.
Alguien me preguntó hace poco como hacer algo que ella pensó iba a ser difícil, en este caso grabar un audio libro, y yo le sugerí que pretendiera que ella era alguien que podía hacerlo. No pretender hacerlo, pero pretender que ella era alguien que podía. Puso una nota al respecto en la pared de su estudio, y dijo que le ayudó.
Así que sé inteligente, porque el mundo necesita más inteligencia, y si no puedes ser inteligente, pretende ser alguien que es inteligente, y entonces sólo compórtate como esa persona lo haría.
Y ahora ve, y comete errores interesantes, haz errores increíbles haz errores gloriosos y fantásticos. Rompe reglas. Deja el mundo más interesante porque pasaste por él.
Un hombre rico y su hijo tenian gran pasion por el arte. Tenian de todo en su coleccion; desde Picasso hasta Rafael. Muy a menudo, se sentaban juntos a admirar las grandes obras de arte. Desgraciadamente, el hijo fue a la guerra. Fue muy valiente y murio en la batalla mientras rescataba a otro soldado.
EL padre recibio la noticia y sufrio profundamente la muerte de su unico hijo. Un mes mas tarde, justo antes de la Navidad, alguien toco a la puerta. Un joven con un gran paquete en sus manos dijo al padre:
«Senor, usted no me conoce, pero yo soy el soldado por quien su hijo dio la vida. El salvo muchas vidas ese dia, y me estaba llevando a un lugar seguro cuando una bala le atraveso el pecho, muriendo asi instantaneamente. El
hablaba muy a menudo de usted y de su amor por el arte».
El muchacho extendio los brazos para entregar el paquete:
«Yo se que esto no es mucho. Yo no soy un gran artista, pero creo que a su hijo le hubiera gustado que usted recibiera esto.»
El padre abrio el paquete. Era un retrato de su hijo, pintado por el joven soldado. El contemplo con profunda admiracion la manera en que el soldado habia capturado la personalidad de su hijo en la pintura. El padre estaba
tan atraido por la expresion de los ojos de su hijo que los suyos propios se arrasaron de lagrimas. Le agradecio al joven soldado y ofrecio pagarle por el cuadro.
«Oh no, Senor, yo nunca podria pagarle lo que su hijo hizo por mi. Es un regalo.»
El padre colgo el retrato arriba de la repisa de su chimenea. Cada vez que los visitantes e invitados llegaban a su casa, les mostraba el retrato de su hijo antes de mostrar su famosa galeria. El hombre murio unos meses mas tarde y se anuncio una subasta con todas las pinturas que poseia.
Mucha gente importante e influyente acudio con grandes expectativas de hacerse con un famoso cuadro de la coleccion. Sobre la plataforma estaba el retrato del hijo. El subastador golpeo su mazo para dar inicio a la subasta.
«Empezaremos los remates con este retrato del hijo. ¿Quien ofrece por este retrato? Hubo un gran silencio.
Entonces una voz del fondo de la habitacion grito:
«¡Queremos ver las pinturas famosas!» «¡Olvidese de esa!».
Sin embargo el subastador persistio:
«¿Alguien ofrece algo por esta pintura? $100.00? $200.00?»
Otra voz grito con enojo:
«¡No venimos por esa pintura! ¡Venimos por los Van Goghs, los Rembrandts. Vamos a las ofertas de verdad!»
Pero aun asi el subastador continuaba su labor: «El Hijo! El Hijo! ¿Quien se lleva El hijo?»
Finalmente, una voz se oyo desde muy atras de la habitacion:
«¿Yo doy diez dolares por la pintura!»
Era el viejo jardinero del padre y del hijo. Siendo un hombre muy pobre, era lo unico que podi ofrecer.
«¡Tenemos $10!… ¿Quien da $20?», grito el subastador.
La multitud se estaba enojando mucho. No querian la pintura de El Hijo. Querian las que representaban una valiosa inversion para sus propias colecciones. El subastador golpeo por fin el mazo:
«Va una, van dos, ¡VENDIDA por $10!»
«Empecemos con la coleccion!», grito uno. El subastador solto su mazo y dijo:
«Lo siento mucho, damas y caballeros, pero la subasta llego a su final»
«Pero, ¿que de las pinturas?», dijeron los interesados.
«Lo siento», contesto el subastador, «cuando me llamaron para conducir esta subasta, se me dijo de un secreto estipulado en el testamento del dueno. Yo no tenia permitido revelar esta estipulacion hasta este preciso momento.
Solamente la pintura de EL HIJO seria subastada. Aquel que la comprara heredaria absolutamente todas las posesiones de este hombre, incluyendo las famosas pinturas. ¡El hombre que compro EL HIJO se queda con todo!»
Reflexion: Dios nos ha entregado a su Hijo, quien murio en una cruz hace 2,000 anos. Asi como el subastador, su mensaje hoy es: «EL HIJO, EL HIJO, ¿QUIEN SE LLEVA EL HIJO?» Quien ama al Hijo y lo tiene todo.
La cueva de Rouffignac , en la Dordoña (Francia), es uno de los santuarios de arte rupestre más importantes del mundo. En su interior se encuentran valiosos dibujos de mamuts, rinocerontes y caballos pintados por la mano del ser humano en la época Magdaleniense, hace alrededor de 13.000 años. Pero sus ocho kilómetros de galerías también están sembrados de huellas de dedos que recorren los techos y paredes de la cueva de manera decorativa.
Jess Cooney, arqueóloga de la Universidad de Cambridge, se interesó por estas otras marcas y comenzó una investigación que le ha llevado a descubrir que buena parte de estas marcas primitivas fueron hechas por niños. Y no sólo eso, su método comparativo le ha servido para identificar la edad y el sexo de alguno de estos jóvenes artistas y para determinar que muchos de ellos fueron realizados por una niña, de unos cinco años de edad, de la que poco más sabemos, salvo que era una artista precoz y prolífica.
Para realizar su investigación, Cooney y su equipo analizaron las huellas de miles de personas contemporáneas, tanto niños como adultos, y desarrollaron un método comparativo para determinar la edad y el sexo de los autores de las marcas.
«Las estrías realizadas por niños», aseguran los investigadores, «aparecen en cada una de las cámaras de la cueva, incluso aquellas que están a unos buenos 45 minutos andando desde la entrada». Algunas de las huellas de los niños aparecen en la parte alta de las paredes y en los techos, lo que indica que debieron ser aupados por los adultos o fueron sostenidos en hombros para realizar la tarea. «Hemos encontrado marcas de niños de entre tres y siete años», aseguran, «y hemos podido identificar cuatro niños individuales comparando sus marcas».
«El más prolífico de los niños que hacían marcas en las cuevas», prosiguen, «tenía alrededor de cinco años, y estamos casi seguros de que se trataba de una niña. Curiosamente, de los cuatro niños sabemos que dos eran niñas. Una de las cuevas es tan rica en estrías realizadas por niños que sugiere que era un espacio reservado para ellos, pero si era para jugar o por un ritual es imposible de determinar».
Sobre el significado de todas estas marcas en las paredes, los científicos poco pueden determinar. «No sabemos por qué la gente las hacía», aseguran. «Podemos cuestionarnos si se trataba de rituales de iniciación, un entrenamiento de alguna clase o simplemente algo que hacer en un día lluvioso». En cualquier caso, la imagen de un antepasado sosteniendo en hombros a su hija para que pintara con los dedos el techo de una cueva es una de las impresiones más fascinantes que podemos tener de nuestro pasado.
Fuente: Prehistoric pre-school (University of Cambridge)