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Ciclo Menstrual

  
Desde el principio de los tiempos, el ciclo menstrual femenino ha sido mal entendido y sorprendentemente temido en la mayoría de sociedades. Estas han desarrollado alrededor de la menstruación femenina una serie de mitos y tabúes bastante desconcertantes. De hecho, la palabra «tabú» viene de la palabra Tapua (Polinesia), que tiene dos significados: «sagrado» y «flujo menstrual”. Sin embargo, la palabra «menstruación» deriva de la palabra “menstruus” (latín), que significa «mensual».

Durante la Edad Media, la Iglesia Católica divulgaba y advertía sobre la naturaleza indeseable y potencialmente dañina del flujo menstrual. Según la Iglesia, la menstruación era ni más ni menos el castigo que Dios había impuesto a todas las mujeres a consecuencia del comportamiento de Eva y la tentación que ejerció sobre Adán. Durante esta época, no se permitió que la mujer aliviara el dolor durante el periodo, con el pretexto de que los calambres y el sufrimiento eran parte del plan divino.

El hecho de que muchas de las mujeres religiosas no tuvieran la menstruación durante las épocas de ayuno y abstinencia y que se extendiera esta situación entre las parroquias, propició que aquello se interpretara como un motivo más para que las mujeres que menstruaban no pudieran tomar la Sagrada Comunión. Además, las parejas debían abstenerse de tener relaciones sexuales durante aquel periodo, ya que los hijos nacerían débiles y pelirrojos, además de sufrir graves enfermedades propias de la época: la lepra, la viruela o el sarampión.

Pero también el hombre temía al flujo menstrual, ya que para él era una muestra más de la fuerza corrosiva del poder femenino. Una creencia bastante extendida fue la de que cualquier pene que entrara en contacto con la sangre femenina resultaría dañado, provocando en primer lugar impotencia y posteriormente llagas imposibles de curar. Del mismo modo, otras creencias populares llegaron a afirmar que tenía el poder de convertir vino en vinagre, hacer que la fruta cayera de los árboles, matar colmenas de abejas, provocar la rabia a los perros y hacer que los cultivos se malograsen y que las tierras se volvieran estériles. Incluso se creía que un bebé en la cuna podía resultar envenenado tan sólo por la mirada de una mujer vieja con menstruación (pre-menopáusica).

Sin embargo, la menstruación de la mujer no era más que un modo de expulsar la malignidad a través del sangrado. Así mismo, cualquier hombre buscaba un medio para eliminar su exceso de maldad a través de sangrías practicadas por los barberos. Este tipo de prácticas eran muy populares e incluso se utilizaban para curar la amenorrea (falta de menstruación) y también para el cese de los hechizos. Cuando las mujeres sufrieran de flujos menstruales muy abundantes y con el fin de reducirlos, deberían ir en busca de un sapo, luego quemarlo vivo y después depositar las cenizas atadas en una bolsa cerca de sus partes íntimas.

Varios medievalistas han afirmado que los cristianos medievales creían que también los hombres judíos menstruaban y lo hacían con los mismos dolores que la mujer. Estos se localizaban en la zona lumbar y del bajo vientre. Las referencias a descargas periódicas de sangre en el hombre se han encontrado frecuentemente en la literatura. Y, aunque quizás el origen fuera un cólico nefrítico, el fluido de sangre vertido por el pene recayó sobre los judíos como un castigo divino, del mismo modo que la ruptura del vientre de Judas cuando se ahorcó (Acts. 1:18-19), inspiró cuentos populares y fomentó la creencia de que los herejes y traidores a Cristo morían desangrados por el ano.

Pero la menstruación no fue vista sólo de manera dañina. En muchos casos, era un modo de averiguar si una mujer era fértil y, por lo tanto, apta para procrear; de saber cuándo una niña se convertía en #mujer. Hay casos aún más sorprendentes, como el de Hildegarda de Bingen, que creía que la sangre menstrual era una cura para la lepra.

Sin embargo, hablar de la menstruación, incluso en nuestros días, sigue siendo un #tabú. Aunque está claro que, posiblemente en estos momentos, una de cada cuatro mujeres en el mundo está menstruando. Por ese motivo, dedicamos este artículo a todas ellas, como signo de #feminidad y de agradecimiento a su capacidad de engendrar vida.

Por: Òc

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¿Puede la Luna ser la clave de la vida?

La Luna puede padecer un trozo de roca inerte, pero los científicos creen que pudo jugar un papel muy importante en el desarrollo y la evolución de la vida en la Tierra. Hace unos 4.500 millones de años, en los orígenes del Sistema Solar, el brutal impacto de un proyectil del tamaño de Marte contra nuestro joven mundo provocó una inmensa cantidad de escombros que salieron expulsados hacia el espacio. Ese material se acumuló en órbita alrededor de la Tierra y formó la Luna. En sus orígenes nuestro satélite estaba mucho más cerca de lo que está en la actualidad, lo que causaba mareas altas varias veces al día. Según los científicos, esto pudo haber contribuido a la evolución de la vida. Además, sin su compañera, la Tierra sufriría variaciones caóticas en la dirección de su eje de rotación, lo que daría lugar a dramáticas variaciones en el clima. Y precisamente un clima estable de más de mil millones de años pudo ser esencial para garantizar un entorno adecuado en el que las primeras criaturas se abrieran paso. Ahora, los astrónomos se preguntan si la misma historia pudo haberse repetido en otros lugares del Sistema Solar.

Los científicos creen que la Luna puede darnos una pista a la hora de buscar planetas fuera del Sistema Solar que tengan condiciones de habitabilidad. Aquellos parecidos a la Tierra que además dispongan de su propia luna pueden ser, quizás, los mejores candidatos. Investigadores de la Universidad de Zurich (Suiza) y del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA (Pasadena, California) han realizado un gran número de simulaciones para estudiar la formación de planetas rocosos en nuestro sistema solar a través del crecimiento accidental de miles de pequeños cuerpos rocosos en un disco alrededor del Sol. De esta forma, identificaron numerosas colisiones que formaron satélites durante este proceso y estimaron las masas de los compañeros generados.


Uno de cada doce

Por otra parte, se tuvo en cuenta la evolución orbital de los satélites, ya que las fuerzas de marea cambian el giro y la órbita de un satélite y pueden causar que se pierda en unos pocos miles de años en los casos más extremos. De su estudio, los científicos dedujeron que los sistemas Tierra-Luna ocurren con relativa frecuencia: uno de cada doce planetas parecidos a la Tierra probablemente albergan un satélite como el nuestro. Los investigadores dicen que hace falta más simulaciones para eliminar incertidumbres y obtener resultados más precisos. El estudio puede ser un paso más en la búsqueda de exoplanetas que puedan ser parecidos a la gran bola azul en la que vivimos, uno de los grandes retos científicos de los próximos años.

La investigación aparece publicada en la revista Icarus.

Fuente: ABC

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Edad de la Luna

La teoría más aceptada sobre la formación de la Luna dice que, en los orígenes del Sistema Solar, hace unos 4.500 millones de años, un objeto del tamaño de Marte colisionó contra la Tierra. A causa del impacto salió disparada una gran cantidad de escombros que finalmente se fusionó y formó nuestro satélite natural. Pero, ¿cuándo se produjo? Un equipo de investigadores del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, en California, dependiente del Instituto Carnegie, una institución sin ánimo de lucro dedicada a la ciencia, considera que la Luna puede ser mucho más joven de lo que se creía hasta ahora. De esta forma, le atribuye 4.360 millones de años, más o menos 200 millones menos. Según el estudio, que aparece publicado en la revista Nature, o al satélite se le restan años o las teorías convencionales de su formación hacen aguas.

Los investigadores señalan que, después de la fusión de rocas que dio origen a la Luna, ésta se fue enfriando progresivamente, hasta que el magma se solidificó en diferentes composiciones minerales. Precisamente, el análisis de muestras de roca lunar que se cree que fueron derivadas a partir del magma original es lo que ha dado a los científicos una nueva estimación de la edad de la Luna.

De acuerdo con esta teoría de la formación lunar, un tipo de roca llamadaferroan anortosita (FAN), un silicato, es la más antigua de las rocas de la corteza de la Luna, pero los científicos han tenido dificultades para datar sus muestras. El equipo investigador utilizó nuevas técnicas más sofisticadas para determinar la edad de una muestra de FAN de la colección de rocas lunares del Centro Espacial Johnson de la NASA.

La Tierra y la Luna, al mismo tiempo
El equipo analizó los isótopos de los elementos de plomo y neodimio para situar la edad de la muestra de la roca en 4.360 millones de años, 200 millones de años después de la formación del Sistema Solar, y, por lo tanto, 200 millones de años menos de lo que hasta ahora se le atribuía a la Luna.

Esta edad es similar a la calculada para los minerales terrestres más antiguos, como el zircón del oeste de Australia, lo que sugiere que las capas más viejas de la Tierra y la Luna se formaron aproximadamente al mismo tiempo después del gran impacto.

«La extraordinaria juventud de esta muestra lunar también significa que o bien la Luna se solidificó mucho más tarde de lo que antes se estimaba o que necesitamos cambiar nuestra comprensión de su historia geoquímica», ha señalado Richard Carlson, de Instituto Carnegie.

Fuente ABC

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El androide europeo que explorará la Luna

La Agencia Espacial Europea (ESA) contará dentro de pocos años con un nuevo ‘astronauta’ no humano en sus filas. Se llama Justin y podrá ser controlado a distancia por los tripulantes de la Estación Espacial Internacional (ISS).

La ESA ha presentado este jueves este proyecto, que ayudará a preparar la exploración de la Luna y otros planetas. Si se cumple el calendario previsto, el androide, que está siendo desarrollado en el Centro Aeroespacial de Alemania (DLR), estará listo en dos o tres años.

Para controlar los movimientos de Justin, los astronautas que se encuentren en la ISS utilizarán una estructura metálica llena de sensores electrónicos con la que cubrirán sus brazos y las manos. Este exoesqueleto les permitirá trabajar a distancia con la misma precisión que tendrían si se encontraran físicamente en el lugar que explorará Justin, que cuenta con dos brazos y cuatro dedos en cada mano.

Para poder hacer realidad la telepresencia en futuras misiones espaciales, la Agencia Espacial Europea prepara una conexión entre la Tierra y la ISS con la que se ensayarán los experimentos robóticos.

Según ha explicado la ESA en un comunicado, el proyecto Meteron permitirá probar las tecnologías necesarias para las futuras misiones de exploración de la Luna, Marte y otros cuerpos del Sistema Solar.

Los vehículos teledirigidos se utilizan desde hace tiempo para realizar experimentos y preparar futuras misiones tripuladas a la Luna y a otros planetas o asteroides. Robonauta 2 (R2) se convirtió el pasado mes de febrero en el primer robot humanoide en viajar al espacio. El androide de la NASA llegó a la Estación Espacial Internacional a bordo del ya jubilado Discovery. Aunque durante los primeros meses su objetivo será interactuar con los tripulantes de la ISS, la NASA espera utilizarlo en el futuro para preparar misiones humanas a un asteroide o a Marte.

Preparar el camino a los astronautas
Uno de los principales obstáculos para poder explorar otros planetas es conseguir proteger a los astronautas de la dañina radiación de tipo ionizante a la que estarían expuestos en el largo viaje que sería necesario para llegar, por ejemplo a Marte. Además, hay que seguir investigando para minimizar los efectos de la ausencia de gravedad en la salud de los astronautas.

Tanto los vehículos robóticos de exploración (‘rover’) como los androides como Justin permitirán a los astronautas recoger muestras y trabajar a miles de kilómetros de distancia mientras se desarrollan sistemas para proteger a los humanos de esta radiación. Asimismo, ayudarán a elegir el lugar más propicio para que las naves espaciales aterricen en el futuro y a trasladar los suministros que tendrían que encontrar los primeros humanos que volaran al planeta rojo.

Antes de que Justin esté listo, los astronautas realizarán pruebas con el ‘rover’ Eurobot, un vehículo de cuatro ruedas y dos brazos dotado de un avanzado sistema de navegación, cámaras y sensores.

Desde la ISS controlarán a distancia el prototipo de este vehículo, que desde 2008 está siendo probado en el Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espacial (ESTEC) que la Agencia Espacial Europea tiene en Holanda. Para moverlo, utilizarán un ordenador equipado con monitores y un ‘joystick’. El pasado mes de abril Eurobot fue trasladado hasta las minas de Río Tinto (Huelva) para participar en una misión terrestre organizada por el Centro de Astrobiología (CAB) y el Foro Austriaco del Espacio.

La cuenca minera onubense guarda bastantes similitudes con Marte, por lo que las agencias espaciales suelen ensayar aquí sus futuros equipos de exploración. Junto al vehículo Eurobot -diseñado para misiones a la Luna y Marte-, se probaron un traje espacial y un equipo médico que controla a los astronautas.

Durante la segunda fase de Meteron, los astronautas manejarán un sistema que les permitirá controlar un robot dotado de sentido del tacto y sensores de fuerza. Mediante este sistema, serán capaces de manejar a distancia a androides como Justin, controlar sus movimientos y sentir la fuerza que ejercen. De esta forma, podrán utilizarse estos androides para tareas tan variadas como desplazar rocas o ensamblar equipos complejos.

François Bosquillon de Frescheville, responsable de los estudios conceptuales de futuras misiones tripuladas e impulsor del proyecto Meteron, considera que se trata de una iniciativa viable a corto plazo, pues «utiliza la infraestructura y la tecnología ya existentes y no requiere una fuerte inversión adicional», asegura

Fuente: El mundo

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Eclipse Lunar en el Solsticio de Invierno 2010

Eclipse lunar del solsticio de invierno en el 2010 captado en este video time lapse fotográfico.

El solsticio de invierno corresponde al instante en que la posición del Sol en el cielo se encuentra a la mayor distancia angular negativa del ecuador celeste. Dependiendo de la correspondencia con el calendario, el evento del solsticio de invierno tiene lugar entre el 20 de diciembre y el 23 de diciembre todos los años en el hemisferio norte, y entre el 20 de junio y el 23 de junio en el hemisferio sur.